La propuesta es conquistar a Helena en 100 barras. Me da esa chance. Un juego y, como tal, tiene reglas:
1. Visitaremos distintas barras de Buenos Aires y quizás también del interior.
2. Entre trago y trago podemos charlar, oponiendo la resistencia a la seducción, el divague a la reflexión, la superfie para deslizarse a la profundidad para pensar, el silogismo a la intuición creativa.
3. Queda prohibido por cualquiera de sus dos miembros orgánicos (Wences y Helena) asistir o permanecer con ganas inferiores a 6 (1 a 10).
4. Los temas son libres y fluyen (igualmente se pueden proponer temas previamente).
5. Habrá invitados que aportaran a las discusiones, procurarán fomentar este bizarro y divino vínculo.
6. Los encuentros en las barras serán generalmente con la netbook a fin de registrar (al menos) una entrada como testimonio de la salida. La mayor espontaneidad posible será exigida.
7. Los invitados se indicarán en el encabezado de la entrada con la forma: Hoy: Andy K. etc.
8. Procuraremos ir encontrando las mejores barras de Buenos Aires. Ésto implica la calidad del servicio, de los productos, específicamente de las mejores preparaciones (tanto los clásicos: Bloody Mary, entre otros; como los tragos especialmente diseñados por el Bartender principal), la vajilla, las sillas y la tersura de la madera bajo la yema de los dedos. Eso es una barra. Todo eso.
9. Eventualmente se compartiran estos encuentros, alimentados por las experiencias y comentarios de lectores y seguidores, y se lanzará el programa de radio intitulado: Código de Barras.
10. Basándonos en la filosofía de vida de Francis Mallmann, buscaremos constantemente la calidad y el goce en el contraste. La barra rústica de una cantina de la Boca con vasos cortos y vino de la casa en Pingüino, y la barra del Oak Bar en el Palacio Duhau. El vidrio y el cristal. Los obreros y los ejecutivos. Todo el espectro y la belleza que hay en cada ambiente.
En las barras hay códigos. Aca se explicitan las reglas de los encuentros, las pautas. Los otros son implícitos, pero operan. La complicidad y reserva del barman, por ejemplo; el tip oportuno.
La barra es para hacer negocios, para hablar con un amigo, para conquistar a una mujer o a un hombre, para reflexionar sobre el día que declina.
Es un lugar de persuación por excelencia.
Es tiempo para convencer (aca aparece el Marketing sutil y sus técnicas). La ficción y la realidad no se distinguen, sospechamos con Helena que es por la luz tenue (siempre en su punto justo), por el alcohol que descontractura, por la expectativa que genera apoyar las manos, mirar las botellas saber que allí se generan historias, que cada bebida tiene su historia (algunas centenarias), que cada una encierra Tiempo (el roble que contiene al cognac, el whisky, sus destilaciones y su guarda). Es lo que necesitamos para disfrutar.
Suena la campana (Bel). Bar is Open.
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