Hubo advertencias, es cierto. Las reglas estaban escritas. Ultimatums. Tres telegramas de despido, finalmente rotos. La paciencia de Helenita rota.
Me pasó a buscar por casa para ir a tomar algo en Palermo para, formal y educadamente, decirme adios.
Wen (yo) crzuaba los dedos que paasaramos el umbral necesario de alcohol en sangre y ahí podía llegar a ablandarse. Obviamente no tenía chances de ser impuntual, eso no iba a influir en su humor pero, el lugar casi me hace perderla.
A las 21:15hs ya no sirven sandwiches ni platos (estuve por ir a preparlos yo mismo, con tal de complacer a Helenita).
Cuenta en rojo. EStoy sin crédito. No tengo margen. Me manda, me ordena, me provoca y tengo que asentir como un alumno de Shaolín. Sumisamente. Tengo que agachar la cabeza. Psicópata.
Por qué los meseros no me ayudan? por qué no está Andy K? Por qué huele tan bien?!!
Ella me define como ingenuo, cute. Discutimos quien tiene el poder. Jugamos con la paradoja del 'Dominame'. Le fascina el juego del poder.
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